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¿CÓMO EMPEZAMOS?

¿cómo empezamos?

Lo primero es entender que todos somos creación de Dios, pero no todos somos hijos de Dios.

“Más a todos lo que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Juan 1:12.

Debemos apropiarnos de la salvación de Dios, a través de la Fe en Jesucristo, y para ello necesitamos:

Creer: Aceptar que Jesús murió por nuestros pecados y resucito al tercer día; y que Él es Dios encarnado, el perfecto y único sacrificio por los pecados. (Romanos 10:10-11)

Reconocer: Al aceptar que somos pecadores, reconocemos que estamos separados de Dios y que necesitamos un Salvador.

Arrepentirse: El arrepentimiento debe ser la condición del corazón del hombre para recibir la salvación. Significa decidir apartarnos del pecado, reconociendo que somos incapaces de hacerlo sin Cristo y el poder del Espíritu Santo. (Hechos 2:37-38)

Confesar: Luego de reconocer, arrepentirse y creer, es necesario que declaremos verbalmente que Jesucristo es nuestro Señor y Salvador, lo puedes hacer en una reunión dominical o junto con alguno de tus amigos creyentes, esa declaración te lleva ser llamado hijo, a ser adoptado por el Padre y se lo hace una sola vez.

Bautizarnos: el siguiente paso nos lleva al bautismo que es tanto un acto físico como espiritual. Con el bautismo en agua, profesamos públicamente nuestra fe en Cristo Jesús y nuestra disposición a dejar nuestro viejo camino y así, en la nueva vida del Espíritu, someternos a su voluntad y a sus mandamientos.

Recibimos el bautismo como señal y sello de la justicia que hemos recibido por la fe en la obra de Jesucristo en la cruz. Con el bautismo en agua, venimos a formar parte de la iglesia del Señor, siendo bautizados en su muerte, sepultados y resucitados con El.

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